La cartonería tradicional mexicana

Breve historia de la cartonería tradicional mexicana

 por Lola Zavala

 Los juguetes y las fiestas de carnaval

 

Máscaras, muñecas y caballito de cartón tradicionales.
Dentro del arte popular mexicano existe una gran diversidad de piezas de cartón, que se elaboran dependiendo de la época del año. Antiguamente, los cartoneros tenían mucho trabajo desde que comenzaba el año, pues elaboraban juguetes para el día de reyes y entrado febrero para las fiestas de carnaval. Con papel, engrudo y pinturas surgía un universo maravilloso de máscaras, sonajas, cascos romanos, espadas, caballitos, muñecas y mamertos, todo realizado a partir de moldes de barro, yeso o madera.
 

La quema de Judas

 
Paseo y ahorcamiento del Judas. Tancahuitz, San Luis Potosí. Foto extraída del libro: Lo efímero y lo eterno del arte popular mexicano, 1971. En esta foto puede apreciarse que el judas es de trapo y paja.

Para la Semana Santa tenemos la quema de judas ya documentada en el medioevo europeo y que cruzó el Atlántico en los barcos portugueses y españoles. La tradición se enriqueció con el surgimiento de la cartonería pues hasta entonces los muñecos eran de trapo o de paja. Cuando se abrieron las primeras fábricas de papel y de cartón en México, los artesanos de Celaya (Guanajuato) y de la Ciudad de México, utilizaron el nuevo material para fabricar, además de los juguetes, los judas: enormes figuras policromadas de cartón y de estructura de carrizo que eran dotados de cohetes de pólvora para ser quemados el Sábado de Gloria. Sus brazos y piernas son generalmente articulados, de manera que se mueven al ir estallando poco a poco los cohetes en ristra, generando un hermoso, sonoro y humeante, espectáculo.

La quema de Judas, frente a las instalaciones del Diario el Demócrata en la Ciudad de México hacia 1915. Archivo Casasola, INAH-SINAFO

Los judas simbolizan la traición de los pecadores y son representados como demonios y actualmente -y con mayor entusiasmo- como personajes populares y modernos villanos de la cotidianidad, entre los que siempre destacan los políticos, los empresarios y los gobernantes de turno. Antiguamente en la ciudad de México, en lo que ahora se conoce como Centro Histórico, se quemaban numerosos judas. Al ser un barrio dedicado al comercio, los diferentes comerciantes encargaban la elaboración de un judas al que le ataban diversos productos de acuerdo al género que vendían: panes, embutidos o golosinas. La quema del judas se convertía así en una fiesta en la que los espectadores perseguían y peleaban el premio que lanzaban los judas al quemarse. Actualmente la quema de judas ha ido decayendo debido a su prohibición por motivos de seguridad. Sólo se sigue permitiendo en zonas acotadas y en donde la tradición ha resistido los embates de la modernidad y de la prohibición.

Carmen Caballero en su taller

Diego Rivera fue muy aficionado a los judas, para él eran una expresión pura de la escultura y representaban la máxima expresión de la cultura popular. Esta cualidad efímera y casual, significaba lo más espontáneo, y para él, la esencia del espíritu mexicano. Rivera los coleccionaba y también diseñaba sus propios judas, que encargaba a la gran artista cartonera Carmen Caballero y que aún se conservan en el estudio del pintor. Carmen Caballero era considerada por Rivera como una artista de enorme talento, consideraba que lo que se llama arte popular es en realidad arte verdadero, …»hecho por la gente del pueblo para el pueblo, sin injertos ni sofisticaciones y que va mucho más allá en el camino que intentan los pintores de escuela y galería…». Diego Rivera inmortalizó en varios de sus cuadros, a estas fantásticas figuras, esqueletos con piernas y brazos articulados, que crearon toda una tendencia de lo que actualmente se conserva como tradición popular.

 

De izquierda a derecha, los judas de la colección de Diego Rivera en su estudio, tercera foto Don Felipe Linares con uno de sus judas, derecha Diego y Frida.
 

Calaveras y esqueletos

 

Izquierda, esqueletos decorando un restaurante en Coyoacán (México DF, noviembre de 2011), centro y derecha, calaveras y esqueletos en un mercado de Guanajuato.
 Para noviembre los cartoneros elaboran sonrientes calaveras y esqueletos, muchos de ellos inspirados en los famosos grabados de José Guadalupe Posada (creador de la Garbancera, conocida popularmente como La Catrina – bautizada así por Diego Rivera), para decorar las  tradicionales ofrendas, en diferentes formatos, tamaños y colores. También se hacen juguetes elaborados de cartón, algunos divertidos en los que el esqueleto sale del ataúd al tirar de un hilo, esqueletos de huesos articulados, esqueletos que bailan y mueven brazos y piernas atados a un hilo, entre muchos otros. También se elaboran grandes piezas, representando a escala natural al personaje al que se le dedica la ofrenda.
 

Piñatas y nacimientos

 

 
 
Para terminar el año, en diciembre salen a la calle los nacimientos y las piñatas, llamadas popularmente entre los cartoneros como “las cuernudas” por ser piñatas de 7 picos que representan los siete pecados capitales. Actualmente se hacen piñatas de diferentes personajes populares y la técnica original desgraciadamente se ha ido perdiendo al sustituir la olla de barro por otros materiales y ya quedan pocos artesanos que sigan trabajando con el papel de la forma tradicional.
 
 

Pedro Linares, el padre de los alebrijes

 

Don Pedro Linares trabajando con sus alebrijes, al centro junto a su nieto Leonardo, a la derecha trabajando en su taller.

Don Pedro Linares, cariñosamente llamado Don Chano, nació en en la ciudad de México en 1906 en el seno de una familia de cartoneros. Cuando tenía 30 años estuvo muy enfermo y tuvo un sueño en el que había un bosque que de pronto se convirtió en un lugar extraño en el que habitaban seres fantásticos y animales imposibles, que gritaban: ¡Alebrijes! ¡Alebrijes! Contaba que el sonido era tan insoportable que no se veía capaz de permanecer por más tiempo en aquel lugar. Le dio un terrible dolor de cabeza y corrió por un camino de piedras en donde un hombre caminaba. Pidió al hombre ayuda para salir de allí. El hombre le dijo que él no debería estar todavía en ese lugar y que tenía que caminar un poco y a unos cuantos metros, encontraría una salida. Corrió y corrió hasta estar frente a una ventana estrecha, entonces, pasó por esa ventana y en ese momento despertó.

Don Chano ya recuperado, recordó su sueño y decidió moldear esas figuras imposibles. Así fue como de sus manos expertas brotaron esos seres alados, de fantásticas combinaciones de animales y de vibrantes colores.
 
Gracias a los alebrijes Don Pedro es reconocido en todo el mundo, fue invitado a Estados Unidos y a Europa para exhibir sus alebrijes y ganó en 1990 el Premio Nacional de Ciencias y Artes en México. Su trabajo ha inspirado a numerosos cartoneros e incluso a otros artesanos, entre los que destacan los de Oaxaca, que adoptaron el nombre y elaboran alebrijes de madera. Don Chano murió el 26 de enero de 1992 mientras trabajaba incansablemente como todos los días de su vida.
 
La familia Linares continúa con la tradición. En el barrio de La Merced se encuentra todavía su taller, en el que sus hijos y nietos siguen elaborando judas, esqueletos, máscaras y alebrijes, conservando una tradición hermosa que forma ya parte de la imaginería popular de todos los mexicanos.
 
Leonardo Linares, uno de sus nietos, pertenece a la sexta generación de artesanos dedicados a preservar la tradición cartonera y orgullosamente puedo decir que es mi maestro.
 
 
 
 
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Iyari Cartonería

Mi trabajo, Iyari Cartonería, se inspira en la cartonería tradicional mexicana. Soy una gran amante del arte popular y de las tradiciones de mi país y esas son las fuentes de las que bebo para crear mis piezas. Desde las celebraciones por el Día de Muertos, los juguetes hechos a mano, los judas, las muñecas cuarteronas y los caballitos de cartón, hasta la lucha libre con su gran diversidad de luchadores enmascarados.

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